Creía que nadie la miraba, que todo el mundo estaba distraído y que sólo ella estaba de verdad reflejada en el espejo. Así que, resuelta, y de una forma un tanto inesperada, se arremangó la falda y se levantó. Se acercó cuidadosamente al espejo y se observó a sí misma, vestida de gala para una ocasión que así lo merecía. Se miró a los ojos y descubrió que brillaban. Solo reconocía ese brillo en sus ojos de ocasiones anteriores, cuando estaba a punto de llorar. Y no pensaba que fuera a llorar. No lo sentía así. Aunque el nudo de su garganta y las venas marcadas en sus manos mientras agarraba la falda decían todo lo contrario. Mantuvo el gesto firme y seguro. Sereno y confiado y siguió mirándose a los ojos hasta que fue capaz de decirse a sí misma "sí". Sólo eso. "Sí". Cerró los ojos lentamente y una lágrima se dejó caer por la mejilla sonrojada por el colorete. Con los ojos aún cerrados y la diminuta lágrima haciendo brillar su piel de porcelana, se giró lentamente y se dirigió a la zona de fumadores. De repente todo estaba presente. Lo que ante el espejo estaba difuminado ahora se hacía notar, se veía con toda claridad. Y con decisión y rectitud se dirigió a la mesa más apartada, constituida por tres hombres trajeados y una mujer de baja estofa. Atravesó el salón haciéndose notar de una manera tan sutil que todos miraban pero nadie comentaba la jugada. Tres pasos, dos, uno...
hello! cdo aprenda como hacerme seguidor de tu blog, me hago. acabo de leer este y voy a sumergirme ahora en más historias.
ResponderEliminarun beso enorme.
Guaaaayyy!!
ResponderEliminarTe superas día a día...
You know if we fall, we fall!!!
besaco!