Palabras con palabras, puñados de sensaciones y algo de música

viernes, 17 de julio de 2009

Fallin'

…y se detuvo en seco. Se le heló la sangre y se quedó paralizada. No supo reaccionar al ver su mirada clavada en sus ojos. Él, un hombre tan íntegro y tan seguro de sí mismo, sabía perfectamente a lo que ella venía. Y no tuvo más que mirarla fijamente a los ojos - como solía acostumbrar - para pararle los pies. Sabía de sobra que funcionaría y no se equivocaba. A su alrededor los tres hombres y la mujer de baja estofa no habían reparado en la presencia de la otra mujer, ni en los ojos sentenciadores del hombre. Sólo el humo de los cigarros adornaba esa imagen. Ella, que iba dispuesta a resolver sus asuntos, se vino abajo de nuevo, y como un perrillo con el rabo entre las piernas y ésta vez sí, la cara empapada en lágrimas, retrocedió sobre sus pasos y se marchó aceleradamente.

Él, miró su cigarro, miró a sus acompañantes y se quedó con la misma tranquilidad de siempre. Con la satisfacción del trabajo bien hecho. Aunque con la inseguridad de saber qué pasaría después. Se mordió disimuladamente la mejilla y le dio una calada a su cigarro.

La partida continuó como hasta entonces.