Palabras con palabras, puñados de sensaciones y algo de música

lunes, 19 de septiembre de 2011

Childhood 1


Gabriel se encerraba en el armario de su habitación y con una linterna se contaba los dedos de las manos y los dedos de los pies. Andrés, su hermano mayor, siempre le había contado que por las noches los monstruos salen del armario para llevarse a los niños que no duermen. Por las noches aguardaba a ver alguno de esos monstruos que nunca llegaban y por el día se encerraba en el armario para contarse los dedos de las manos y los dedos de los pies. No hacía mucho que sabía contar, pero ya se le daba bastante bien. Sabía contar las estrellas que se veían desde el jardín después de cenar, sabía contar los lápices de colores que Andrés guardaba en su estuche rojo, sabía contar los días que su padre salía de casa dando un portazo, las veces que su madre se escondía en el baño llorando, y el número de moratones que su madre coleccionaba por golpearse sin querer con los muebles del salón o con la barandilla del porche. Nunca contó los gritos y golpes que se escuchaban al otro lado de la casa en la habitación de sus padres, porque cuando eso pasaba, Gabriel se encerraba en el armario de su habitación y con una linterna se contaba los dedos de las manos y los dedos de los pies. 

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