Estoy nerviosa.
Nerviosa de desconfianza,
de morderme la nada alrededor de las uñas
y de querer que las horas pasen.
Sin más.
Y sigo dolorida de los moratones que dejan las huellas del miedo.
Y la incertidumbre.
Quiero lo que quiero y lo quiero ya.
Aunque no entienda las mil cosas que no entiendo.
Aunque sigan así siempre.
Porque mi ignorancia es infinita.
Y es que no sé.
Simplemente, no sé.
Solo acierto a desear.
Un sonido.
Una imagen.
Un mensaje en el cajón que sólo se llena con esos mensajes.
Que además me hacen falta.
Me hace falta volver a arrastrar ese sueño
que me convierte las ojeras en alegría.
Y lo hace soplando una brisa de chocolate
en noches de más, y días de menos.